Si hay una ciudad por excelencia donde se reúnen todos los tópicos italianos, esa es Nápoles sin duda. La ciudad, una de las principales capitales de la antigua Corona de Aragón, donde todavía hay restos aragoneses como el Castel Nuovo, es una urbe que rezuma vida y que lucha por reforzar su economía y quitarse la imagen de ciudad insegura.

Y poco a poco, lo está consiguiendo. De ser una ciudad en la que solo aparecía en los medios por noticias negativas, y por la que solo se pasaba para hacer escala antes de visitar Pompeya (descubierta por un zaragozano, por cierto), o la bella Costa Amalfitana, recibe cada año más y más turistas, recuperando así una tradición turística que se remonta a principios del siglo XX, y que luego se interrumpió.

El turismo ha vuelto, especialmente tras la pandemia. Y hay calles, sobre todo las más comerciales, a explotar de turistas. Pero aún así, y a diferencia de lo que sucede en capitales como Venecia, Florencia, o cada vez más en la propia Roma, todavía es posible ver napolitanos en la mayor parte de la ciudad. Y eso, es algo de agradecer para los visitantes que buscamos conocer la esencia de las ciudades y que no nos conformamos con el selfie ante el monumento de turno.

Pese a los cambios, y a la entrada de Airbnb en la ciudad, aún es posible comer pizza en lugares donde solo hay italianos, todavía es posible ver calles con la ropa tendida como hace décadas, observar cómo usan cestos para subir el pan, la compra o unas llaves olvidadas desde la calle hasta las casas, o ver a niños jugando al fútbol en la calle.

Para proteger la esencia de esta ciudad dominada por la silueta del Vesubio y evitar que Nápoles se convierta en un nuevo parque temático, el alcalde de la capital de la región de Campania ha anunciado medidas, como que no será posible abrir nuevos bares, restaurantes o locales de comida rápida en los próximos tres años, con el fin de proteger la identidad de un municipio que está cambiado por completo la visión que se tenía de ella en el resto de Italia, y por extensión, del mundo. Un cambio, que en gran medida es por Maradona.

MARADONA, EL REY DE NÁPOLES

El amor por Maradona en Nápoles es total / Pablo Sebastián Franco

Maradona está presente en toda la ciudad, hasta convertirse en omnipresente, casi casi al nivel de San Gennaro, el patrón de Nápoles. Lo podemos ver en las decoraciones callejeras, en murales, en escaparates, en carteles en bares, e incluso en viejas capillas situadas en las fachadas de las casas y en las que se ha integrado al jugador, junto a santos y vírgenes. Esa pasión por el fútbol, y en especial, por la leyenda que es Maradona, tiene su explicación: él fue quien cambió el sentido de esta ciudad supersticiosa como ninguna.

Gracias al futbolista argentino, los medios y los políticos italianos dejaron de hablar de Nápoles solo por temas negativos. E infundió esperanza especialmente a los niños napolitanos: si él había nacido en un barrio pobre argentino, ellos también podían cambiar su futuro. Con su presencia y con esa filosofía de vida, hizo más por Nápoles que los sucesivos gobiernos de Roma. Y ese fue en parte, el origen del cambio de una ciudad que todavía tiene mucho que mejorar, pero que ha cambiado radicalmente en sus últimos años, desterrando la imagen de ciudad insegura para convertirse en un destacado foco turístico que atrae en estos momentos a casi 3 millones de visitantes al año.

QUÉ VER EN NÁPOLES

La capital de Campania ofrece múltiples tesoros para los visitantes que estén dispuestos a perderse por sus calles. De entrada, hay que advertir que el centro de la ciudad es inmenso. Más allá del casco histórico, Nápoles tiene una extensa zona central repleta de edificios que sorprenden en cada esquina y que muestran el rico y brillante pasado de esta urbe del sur de Italia que tiene una vida bulliciosa gracias al carácter de los napolitanos, gentes muy de disfrutar del momento, quizás marcados por la presencia continua de un Vesubio que les recuerda que en cualquier momento la vida puede cambiar.

Qué ver en Nápoles
El Castel Nuovo es una de las grandes atracciones turísticas de Nápoles / Ronni Kurtz

Para comenzar la visita a la ciudad, y siendo aragoneses, nada mejor que hacerlo en el Castel Nuevo. El sur de Italia está repleto de castillos aragoneses, rara es la localidad o la zona donde no haya uno. Y además, se llaman así en casi todos los pueblos costeros, conservando el nombre del reino que los levantó.

En Nápoles no se llama así, el castillo se llama Maschio Angioino, o Torreón angevino. Pero tiene una de las portadas más hermosas que vas a encontrar. Y precisamente, en el arco que da acceso al castillo, es donde encontramos los símbolos de la antigua Corona de Aragón. Durante el reinado de Alfonso V de Aragón, quien trasladó la corte aragonesa a Nápoles, el monarca se dedicó a embellecer la ciudad, convirtiéndola en un centro que atrajo a los mejores artistas del momento.

En ese contexto, el rey aragonés ordenó en 1470 levantar un espectacular arco triunfal en mármol blanco que recibía a los visitantes al castillo, y donde todavía pueden contemplarse los símbolos del rey de Aragón, además de una escena que recrea la comitiva triunfal en la que se ve al rey aragonés entrando en Nápoles montado en una cuadriga triunfal, al más puro estilo de los emperadores romanos.

Desde allí, podemos acercarnos hasta las cercanas Galerías de Umberto I. Estas galerías comerciales, que competían en monumentalidad con la Galleria Vittorio Emanuele II de Milán, fueron construidas a finales del siglo XIX. Y aunque la mayor parte de las tiendas que hay en la galería no acompañan con el lujo y la elegancia, es un imprescindible dentro de la visita de Nápoles.

Las galerías Umberto I fueron levantadas en el siglo XIX / Nika Natchkebia

Saliendo de las galerías, nos encontramos de frente con el increíble Teatro San Carlo. Este teatro, Patrimonio de la Humanidad, es el teatro de ópera en activo más antiguo del mundo, ya que fue inaugurado en 1737, varias décadas antes que La Scala de Milán o La Fenice de Venecia. Un dato que demuestra la importancia que tuvo Nápoles hace varios siglos. Una importancia que le llevó a tener también la primera universidad pública y laica del mundo.

Desde el Teatro San Carlo, podemos dirigir nuestros pasos hacia la cercana plaza del Plebiscito. Allí, encontrarás edificios históricos como la Basílica de San Francisco de Paula, de estilo neoclásico y con una llamativa planta circular que recuerda de forma inexorable al Panteón de Roma, o el Palacio Real de Nápoles. Fue construido allá por el 1600, y en la fachada puedes encontrar la escultura de algún rey aragonés.

La estación de metro de la calle Toledo es de las más espectaculares del mundo / Mario Espósito

Tras visitar esta plaza, nuestros pasos se dirigirán hacia la calle Toledo, una de las principales vías comerciales, y normalmente atestada de turistas. Al margen de visitantes y franquicias varias, una de las mejores cosas de esta calle es una estación de metro, considerada una de las más bellas del mundo. La estación da acceso a los Barrios Españoles (Quartieri Spagnoli), y es un espectacular museo a 50 metros de profundidad. Descender las escaleras mecánicas de esta estación es como bajar al fondo del mar gracias a los miles de mosaicos que recubren el espacio dentro de un proyecto firmado por el arquitecto español Oscar Tusquets Blanca.

Aprovechando que hemos viajado a las profundidades de la ciudad, podemos coger el metro hasta la plaza de Dante, en el corazón del casco histórico. En este lugar de arranque de la calle Toledo, nos espera, además del monumento al autor de la Divina Comedia, nos sorprende el Foro Carolino, un edificio semicircular, situado por donde discurrían las murallas aragonesas de la ciudad, y que se hizo para homenajear al rey Carlos III de Borbón.

Desde allí, nos podemos dirigir hacia la cercana Piazza del Gesù Nuovo. Frente al Obelisco de la Inmaculada se encuentra la iglesia del Gesù Nuovo, el templo que es para muchos una de las grandes sorpresas de Nápoles. El templo fue levantado por los jesuitas sobre el palacio Sanseverino, perteneciente a una de las familias más antiguas de Nápoles. Tras caer en desgracia la familia por asuntos políticos, el palacio fue derribado para construir la iglesia, aunque por fortuna se salvó su espectacular y atrevida fachada de aparejo almohadillado del siglo XV que perteneció al palacio. Al pasar a su interior, a muchos visitantes se les pone la piel de gallina ante la espectacularidad de un templo de decoración barroca hermoso como pocos.

La portada de la iglesia del Jesús Nuevo pertenece a un antiguo palacio / HA

Desde allí, encaminaremos nuestros pasos hacia la calle Spaccanapoli, el decumano inferior de Nápoles. Los orígenes de esta calle hay que buscarlos 3.000 años atrás. No en vano, Nápoles es como una lasaña en la que hay que ir excavando para encontrar los restos de todas las culturas que han ido pasando por allí. Esquivando motos y turistas, esta calle está repleta de iglesias y palacios, además de tiendas y restaurantes. Mirando hacia arriba, podremos encontrar incluso algún alero que recuerda a los aleros de los palacios renacentistas aragoneses.

En el entorno de esta calle, y saliéndonos de las calles más turísticas, todavía es posible encontrar el Nápoles más auténtico, el de los balcones, los tendidos y las capillas en plena calle, con abuelas sentadas en la puertas de las casas de los bajos.

En el entorno de esta calle podemos encontrar lugares como la via San Gregorio Armeno, donde encontrarás decenas de tiendas destinada a la venta de belenes y de artículos de Navidad, entre las que destacan estatuillas de personas famosos italianos. También en esta zona, en la piazza del Duomo, se encuentra la catedral de San Gennaro, el patrón de la ciudad.

Junto a la iglesia del Jesús Nuevo también podemos visitar la iglesia de Santa Clara. La iglesia fue reconstruida a mediados del siglo XX tras su casi destrucción a causa de los bombardeos de la II Guerra Mundial, pero en el pavimento de mármol original del templo, aún conservado, podemos encontrar los colores de la señal del Rey de Aragón en un escudo y en una estrella. Allí, tampoco hay que perderse su claustro y las columnas revestidas en mayólica.

En el casco histórico, al lado de la plaza Dante, tampoco podemos perdernos la piazza Bellini, una coqueta plaza con restos del pasado griego de la ciudad, y repleto de terrazas ideales para tomarse un aperitivi.

En nuestra visita a Nápoles tampoco podemos dejar de visitar la capilla de Sansevero, donde está el Cristo Velato de Sanmartino, considerada una de las mejores esculturas del mundo gracias a las transparencias del velo de mármol. En una ciudad tan supersticiosa como Nápoles, en la que hay leyendas para todo, este Cristo tampoco podía quedar al margen. Los napolitanos cuentan que ese tejido de mármol que da fama a la escultura se convirtió en roca por obra de un líquido mágico inventado por un alquimista.

Las vistas desde el castillo de Sant’Elmo son impresionantes / HA

Tampoco hay que dejar de visitar el Castel dell´Ovo (o castillo del Huevo, llamado así porque la leyenda cuenta que el poeta latino Virgilio escondió en sus cimientos un huevo mágico que protegía tanto al castillo como a la ciudad de catástrofes), el Museo Arqueológico (considerado uno de los mejores de Europa), o el Castillo de Sant’Elmo. A este castillo se puede subir en funicular, y desde sus murallas, se puede contemplar una panorámica 360º de la capital de Campania, con vistas de la ciudad, la bahía, el siempre presente Vesubio, o islas como Capri.

DÓNDE COMER EN NÁPOLES

Nápoles es una ciudad en la que se come bien, y además, de forma económica. Y allí, la pizza reina sin discusión dentro de una oferta gastronómica rica y variada. Nuestro primer consejo es que, salvo que vayas en temporada baja y entre semana, evites la que es la pizzería más famosa de la ciudad: L’Antica Pizzeria da Michele (Via Cesare Sersale, 1). Allí, Julia Roberts se comió una pizza en la película ‘Come, reza y ama’. Y en la actualidad tiene colas tremendas de turistas dispuestos a comerse una pizza. Y salvo que te guste perder el tiempo haciendo cola, lo cierto es que en Nápoles hay multitud de pizzerías donde acuden los napolitanos y en las que se come rico y bien.

Pizza artesanal en San Gennaro / HA

Entre ellas, podemos destacar nombres como la pizzeria San Gennaro (Via Mezzocannone, 127/129), un local con comida rica rica en la que hay que probar sí o sí la pizza frita, o especialidades como la flor de Calabacín ¿Lo mejor? Qué te dejes aconsejar por su atento persona.

Nápoles presume de ser el origen de la pizza, y para demostrarlo, tienen a la Antica Pizzeria Port’Alba, la pizzería más antigua de la ciudad, al ser fundada en el siglo XVIII, y en la que es famosa la pizza al estilo napolitano, además de la pasta y los paltos de pescado y marisco.

Johnny Take Uè (tiene locales varios locales, como el de Corso Vittorio Emanuele, 84), donde hay especialidades como la pizza de mortadela y pistachos, o los Tris di Montarine napolitanos, que están sencillamente espectaculares.

La Locanda Gesús Vecchio (en Via Giovanni Paladino, 26, el típico restaurante napolitano con pastas espectaculares) y Gino e Toto Sorbillo (Via dei Tribunali, 32) son otros dos lugares para apuntarse. En la zona alta, cerca del castillo de Sant’Elmo, está Il Sarto della pizza (Via Alessandro Scarlatti, 3/5), una propuesta interesante con sugerencias como las albóndigas de la nonna, la pasta con fruto del mar, o el creoccante all’amarena.

Barrio Botánico, un lugar acogedor para tomar un café o un aperitivi / HA

A la hora de tomar una copa o un aperitivi, podemos ir a lugares como Barrio Botánico (Via Medina, 24), un lugar escondido en el palacio Fondi, un interesante centro cultural con el patio habilitado para sentarse en sus mesas y disfrutar de sus especialidades.

También podemos acudir a uno de los lugares con más magia de la ciudad, el Palazzio Venezia (Via Benedetto Croce, 19). Este edificio es el palacio en el que estuvo la embajada en Nápoles de la Serenísima República de Venecia, y en la actualidad, en la primera planta hay un centro cultural y un precioso jardín donde sentarse un cappuccino o un Aperol Spritz.