En una medida que sigue la senda de Portugal, el gobierno de Países Bajos ha decidido recortar los privilegios fiscales para los trabajadores extranjeros en su territorio. Esta acción, que entrará en vigor a partir del 1 de enero de 2024, elimina la exención fiscal del 30% que hasta ahora disfrutaban los empleados extranjeros como compensación por trasladarse a trabajar al país.

A diferencia de Portugal, cuya derogación de beneficios fiscales se centra en nómadas digitales y residentes extranjeros, Países Bajos apunta a fortalecer su atractivo para el talento extranjero altamente cualificado. Sin embargo, este recorte de privilegios no implica su eliminación total, ya que el país reconoce la necesidad de atraer talento especializado ante la escasez interna.

En el caso específico de Países Bajos, la legislación anterior permitía una exención fiscal del 30% a los trabajadores extranjeros, reduciendo la tasa impositiva marginal al 34,65%, en comparación con el 49,5% que pagaban otros residentes. A partir de 2024, esta ventaja se limitará a una degradación máxima de 66.900 euros anuales sobre un salario base de 223.000 euros.

El parlamentario Pieter Omtzigt, defensor de más restrictivas hacia los trabajadores extranjeros, reconoce la injusticia percibida por los locales que reciben medidas salariales inferiores por el mismo trabajo. No obstante, se argumenta que la escasez de perfiles técnicos especializados en el país justifica la necesidad de mantener ciertos incentivos para atraer talento extranjero.

Este cambio en la política fiscal de Países Bajos busca equilibrar la competitividad del país mientras aborda la realidad de una demanda insatisfecha de talento especializado. La medida refleja una tendencia internacional donde las naciones buscan reajustar sus políticas fiscales para afrontar desafíos económicos y garantizar la equidad entre trabajadores locales y extranjeros.