La temporada de esquí en el Pirineo aragonés está siendo más que descafeinada. Sin nieve y con temperaturas medias de más de 15ºC en zonas pirenaicas, las dudas sobre el futuro del esquí en el Pirineo en un contexto de cambio climático vuelven a surgir.

El ejemplo más sangrante es la estación de Castanesa, dentro del dominio esquiable de Cerler bajo el holding público-privado Aramon: desde el inicio de la temporada de esquí no ha abierto ningún día.

Esta realidad sorprende todavía más cuando esta estación apenas lleva tres años abierta tras millones de euros de inversión. En el fondo, según afirmaba en el año 2021 el holding Aramon, el objetivo que se persigue es extender la superficie esquiable de Cerler hasta los 100 kilómetros con más pistas a través del valle de Castanesa.

Un desarrollo propuesto para dar un impulso económico al municipio de Montanuy, que aglutina 15 pueblos con 160 habitantes y está sufriendo las consecuencias de la despoblación.

Con un horizonte indefinido para la finalización de esta gran ampliación, pero con el claro objetivo de atraer al público catalán y desafiar el liderazgo de Baqueira-Beret como destino de esquí predilecto, el proyecto actual dista mucho de las ambiciones originales planteadas hace más de una década.

En aquel entonces, hace más de 15 años, se contemplaba un ambicioso plan urbanístico que incluía la construcción de urbanizaciones como medio para financiar el extenso desarrollo del esquí. Sin embargo, este enfoque faraónico fue finalmente abandonado.

Aún así, en el contexto de que durante esta temporada de esquí aún no ha podido abrir el telesilla de Castanesa en su conexión con Cerler, aún está pendiente la construcción de la carretera entre Montanuy y Castanesa, y que tiene una asignación de 8 millones de euros que financiará el Gobierno aragonés.