La catedrática de la Universidad de Zaragoza e investigadora del Instituto de Investigación e Ingeniería de Aragón (I3A), Cristina Nerín, forma parte de un equipo científico internacional que ha publicado un artículo que constata que las pruebas actuales son insuficientes y que reclama más evaluaciones para garantizar la seguridad de los materiales con los que se envasan los alimentos.

El equipo, que incluye a más de 20 científicos expertos en química y materiales para envases alimentarios, propone un nuevo enfoque para probar todas las sustancias químicas que migran desde los recipientes hasta los productos alimenticios y determinar si afectan a enfermedades prevalentes en la sociedad actual. El objetivo es trabajar para que los materiales en contacto con alimentos estén libres de productos químicos peligrosos y no probados, ha informado la Universidad de Zaragoza.

Cristina Nerín ha señalado que existe legislación de obligado cumplimiento que establece las sustancias permitidas y los límites de migración a los alimentos. Unos límites, ha continuado que «se fijan a través de estudios de toxicidad realizados de forma individual para cada sustancia».

No obstante, ha asegurado que sólo se estudia la genotoxicidad, el daño al A.D.N., mientras que otros efectos, como la toxicidad para la reproducción, el sistema nervioso o el metabolismo de azúcares y grasas no se consideran.

Ha explicado que cuando un alimento o bebida está en contacto con un material, sobre todo plástico, migran un conjunto de sustancias, «de forma que lo que ingerimos con la dieta es una mezcla de sustancias químicas con un potencial de causar un daño».

En el artículo de investigación, que ha sido publicado en la revista ‘Environment International’, los autores destacan que las evaluaciones de seguridad actuales se centran en las sustancias utilizadas en la fabricación de estos artículos, pero pasan por alto los compuestos que surgen durante la producción.

El resultado de ello es que muchas sustancias químicas presentes en envases y utensilios de cocina siguen sin probarse, en especial aquellas añadidas de forma no intencional, a pesar de que son «relevantes» para la exposición humana.

LISTA DE SUSTANCIAS QUÍMICAS

La publicación recoge además una amplia lista de estudios realizados con sustancias químicas procedentes de materiales en contacto con alimentos y las enfermedades asociadas a su exposición: distintos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, problemas relacionados con el neurodesarrollo, diabetes, obesidad o infertilidad.

Por tanto, el grupo científico pide que la investigación se centre en desarrollar ensayos ‘in vitro’ «sensibles, robustos y relevantes», o bien en establecer las características esenciales de las sustancias tóxicas. «Con ello se mejorará la prevención de enfermedades de alta prevalencia cuyo origen es debido, en parte, a la exposición a sustancias químicas a través de la dieta», ha subrayado la doctora Nerín.

Esta investigación respalda las políticas químicas globales, incluida la Estrategia Química para la Sostenibilidad y la Estrategia de la Granja a la Mesa de la UE y las iniciativas de la Food and Drug Administration (FDA) –Administración de Alimentos y Medicamentos– de Estados Unidos para fortalecer las revisiones posteriores a la comercialización.