Madrid, la capital del Imperio español en el siglo XVII, acogía a ciudadanos de todos los reinos y territorios que conformaban ese vasto imperio. Entre ellos, había por supuesto ciudadanos de la Corona de Aragón. Y para atenderlos en la ciudad en la que los reyes establecieron su corte, se creó en 1616 el Hospital de Aragón, conocido también como Hospital de Monserrat.

El hospital, gestionado por un Real Patronato, se levantó en la actual plaza de Antón Martín, donde hoy se levanta el Teatro Monumental. Y servía para representar oficialmente a la Corona de Aragón
en Madrid, ofreciendo además asistencia social y sanitaria a las personas de Aragón, Cataluña, Mallorca o Valencia que llegaban a la Corte, siguiendo el mismo modelo que el hospital que en los primeros años del siglo XVI la iglesia y hospital nacional de la Corona de Aragón en Roma, atendía a los naturales de estos territorios en la Ciudad Eterna.

Sabemos que en esa época ya había en la Corte hospitales de italianos (creado en 1598), de portugueses (1606) y franceses (1615), entre otras nacionalidades. En el caso del Hospital de Monserrat, fue fundado por Gaspar de Pons, y estuvo de forma inicial en el barrio de Lavapiés en una vieja casa de campo situada en la parte baja de la actual calle Mesón de Paredes. Y allí estuvo hasta que en 1658 se trasladó al número 87 de la calle Atocha, a un edificio de nueva planta construido por Juan de Torija, aparejador de las obras reales del palacio del Buen Retiro.

La primera piedra del nuevo edificio la colocó el regente del Consejo de Aragón, Pascual de Aragón. El complejo del hospital tenía también una iglesia, con un retablo de Francisco Herrera. En la iglesia del hospital de aragoneses recibirían culto las tres advocaciones marianas más veneradas de la Corona de Aragón: la Virgen de Montserrat, la Virgen del Pilar de Zaragoza y la de los Desamparados de Valencia.

El edificio estuvo en pie hasta que fue derribado en 1903 / HA

La fachada parecía de la una casa nobiliaria y no la de una iglesia, según narra Pedro de Répide, como el templo no tenía campanario, los monaguillos salían a la plaza de Antón Martín tocando una campana para anunciar la celebración de la misa.

Felipe III lo puso bajo su real patronato, ordenando al Consejo de Aragón que interviniera en la administración del hospital. Y tras comenzar la guerra de Cataluña, este hospital se vio aún más favorecido por la Corona y por un Consejo de Aragón que acogió a muchos exiliados catalanes entre sus regentes.

Tras acabar la guerra de Cataluña, el Hospital fue ganando en influencia, ya que nobles catalanes y aragoneses siguieron invirtiendo en el enriquecimiento de este hospital. Esa influencia siguió creciendo durante el reinado de Carlos II.

El Hospital de Aragón de Madrid estuvo en activo como tal hasta que a finales del siglo XVIII el régimen borbónico ordenó unificar todos los hospitales de la capital española bajo el nombre de Hospital General de San Carlos. En 1868 el hospital dejó de prestar sus funciones asistenciales, trasladándose a los pacientes al Hospital General de Atocha. La iglesia estuvo abierto al culto, hasta que en 1903 el edificio fue derribado a causa del estado ruinoso en el que se encontraba.

LAS COLUMNAS SALOMÓNICAS DE LA IGLESIA, EN LAS GALERÍAS DE LAS COLECCIONES REALES

Las cuatro columnas procedentes de la iglesia del hospital / Patrimonio Nacional

Aunque la iglesia del Hospital de Aragón fue derribada, el retablo se desmontó para su conservación. La mayor parte de las piezas fueron trasladadas al convento de Santa Isabel, situado en la misma calle Atocha. Pero lamentablemente, desaparecieron durante el incendio de 1936 al comienzo de la Guerra Civil.

Ese convento también está relacionado con Aragón, ya que el Real Monasterio de Santa Isabel fue fundado por fundado por la esposa de Felipe III, doña Margarita de Austria, en el lugar donde el secretario del monarca, el aragonés Antonio Pérez, tuvo su suntuosa casa de campo

Por suerte, cuatro columnas salomónicas de grandes dimensiones del altar mayor no se pudieron llevar a dicho convento a causa de su tamaño, por lo que se decidió trasladarlas al Palacio Real de Madrid. Y eso las salvó de la destrucción.

Estas cuatro columnas fueron realizadas entre 1674 y 1678 por José de Churriguera (que luego daría nombre al estilo churrigueresco) con diseño de Herrera el Mozo (quien intervino en los planos para la Basílica del Pilar de Zaragoza). Forman parte de las Colecciones Reales desde que en 1678 Carlos II consagrara la iglesia del Hospital como el lugar de representación oficial para la Corona de Aragón en Madrid.

Hoy en día son una de las estrellas de las nuevas Galerías de las Colecciones Reales de Madrid. De hecho, estas columnas con ese tono lapislázuli tan característico del barroco, 5,65 metros de altura y 600 kg de peso, tienen un peso muy destacado en el conjunto de piezas que se exponen en las Galerías.