En la provincia de Zaragoza, la pequeña aldea de Ruesta emerge como un testimonio vivo de resiliencia y revitalización. En la década de los 60, la construcción del embalse de Yesa y el éxodo de sus habitantes sumieron a Ruesta en un abandono aparentemente irreversible.

La firma de arquitectura Sebastián Arquitectos, en colaboración con la Confederación Hidrográfica del Ebro y el Gobierno de Aragón, ha llevado a cabo desde 2017 un ambicioso proyecto de recuperación. Este incluye la restauración de ermitas, la revitalización del núcleo urbano atravesado por el Camino de Santiago francés y la adaptación de dos antiguas casonas como albergues para peregrinos y viajeros.

El renacimiento arquitectónico de Ruesta ha convertido este pueblo en un atractivo turístico imperdible. Su centro histórico, con restos de murallas y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, se presenta como un crisol de la historia local.

Además, las ermitas románicas de Santiago y San Juan Bautista, ubicada cerca del antiguo monasterio cluniacense de San Juan de Maltray, son destinos que transportan a los visitantes a épocas pasadas.

Los esfuerzos de revitalización no han pasado desapercibidos, siendo reconocidos con el prestigioso Premio Hispania Nostra en 2021 y siendo seleccionados como finalistas en la Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo 2023. Estos logros refuerzan la determinación de devolver la vitalidad a Ruesta en su totalidad.

Para quienes decidan explorar la zona, Ruesta se presenta como un punto de partida hacia otros lugares de interés, como el monasterio de Leyre, el castillo de Javier, el Valle de Roncal o las impresionantes foces de Lumbier. Ruesta, una vez olvidado, ahora se alza como un ejemplo inspirador de cómo la arquitectura puede ser el motor de la resurgencia de un pueblo abandonado.