En el corazón de la localidad zaragozana de Tarazona se esconde un tesoro arquitectónico peculiar: la Plaza de Toros Vieja. A simple vista, parece un escenario común, pero bajo su apariencia taurina se oculta un secreto poco conocido: un conjunto de 32 viviendas que rodean un patio interior, donde antes resonaban los ecos de las corridas de toros.

LA PLAZA DE TOROS VIEJA DE TARAZONA

Construida entre 1790 y 1792, esta plaza, bautizada inicialmente como Plaza Nueva, fue el epicentro de la vida cultural y social de Tarazona durante décadas. Sin embargo, con el paso del tiempo y la evolución de las costumbres, las corridas de toros dejaron de ser el evento principal, y la plaza se adaptó a nuevos usos.

Hoy en día, las viviendas que conforman este peculiar edificio continúan habitadas, siendo testigos mudos de la historia que se esconden entre sus paredes.

BIEN DE INTERÉS CULTURAL

Aunque ya no resuenan los clarines ni se despliegan capotes en su arena, la Plaza de Toros Vieja sigue siendo un punto de referencia cultural en Tarazona, albergando diversas actividades a lo largo del año.

Además de su valor histórico y cultural, la Plaza de Toros Vieja de Tarazona ha sido reconocida oficialmente como Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Aragón en 2001, asegurando así su preservación para las generaciones futuras.

Como parte de la Unión de Plazas Históricas de España, esta joya arquitectónica sigue contando la historia de un pasado taurino que se entrelaza con la vida cotidiana de sus habitantes.