Mucho hemos leído sobre las fastuosas coronaciones que se realizaban en la Seo para celebrar la subida al trono de los reyes de Aragón. Desfiles por las calles de Zaragoza, torneos, fiestas y banquetes en la Aljafería y un estricto protocolo en la catedral.

Pero antes de esa tradición, hubo un rey de Aragón que llegó a coronarse en Roma de manos del propio Papa. Ese ese el caso de Pedro II de Aragón, conocido por el sobrenombre de El Católico.

El infante Pedro nació en Huesca, hijo de Alfonso II El Casto y de Sancha de Castilla. Fue bautizado en la catedral de Huesca, y fue educado en esta misma ciudad junto a su hermano Alfonso, quien heredó Provenza. Fue armado caballero por su padre en Sigena en 1188.

Subió al trono al morir su padre en Alfonso II en 1196, como rey de Aragón, conde de Barcelona y señor de Montpellier. Tras jurar los fueros, comenzó una política de recuperación económica para tratar de frenar la crisis financiera que afectaba a la Corona de Aragón.

También destacó en esos primeros años por su relación con la Santa Sede. En este sentido, Pedro II renovó el vasallaje de Aragón ante San Pedro, siguiendo los pasos de Sancho Ramírez y Pedro I. Llegó a viajar a Roma para ser coronado por el papa Inocencio III en el monasterio de San Pancracio en noviembre de 1204, siendo el primer monarca aragonés que fue coronado y ungido.

Por concesión de la Santa Sede en bula dictada en 1205, los reyes aragoneses podrían ser coronados en la Seo de Zaragoza, como capital del Reino cabeza de la Corona, y tras solicitar la corona al Papa. Esta prerrogativa se extendió también a las reinas de Aragón un año después, en 1206.​

El mismo año de su coronación, 1024, el rey Pedro contrajo matrimonio con María de Montpellier, dentro de una política para extender y consolidar el poder de la Corona de Aragón en las regiones ultrapirenaicas, entrando así en confrontación con la monarquía de los Capetos franceses y con los Platagenet ingleses, ambos con intereses en el Midi francés.

Aún así, el matrimonio no estaba bien avenido, y de hecho, Pedro II quiso repudiarla para casarse con María de Monferrato, heredera del Reino de Jerusalén. Finalmente, esa estrategia no llegó a buen puerto ya que el papa Inocencio III no accedió a anular el casamiento entre Pedro y María.

La carga de los tres reyes / Augusto Ferrer-Dalmau

A nivel peninsular, además del avance aragonés en lugares como Mora de Rubielos, Rubielos de Mora, Camarena o Ademuz, Pedro II participó de forma activa junto a los reyes Alfonso VIII de Castilla y Sancho VII de Navarra en la campaña que finalizó con la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, un triunfo para la cristiandad que supuso el fin de la amenaza almohade y que fue una hecatombe dentro del mundo musulmán hispánico.

Pedro II también intervino de forma activa en el sur de Francia, llegando al culmen, y también al fracaso, de la intervención de la Corona de Aragón esos territorios. El monarca aragonés se vio en medio de la disputa cátara que enfrentaba a los habitantes de estos territorios con la monarquía Capeta y con el propio Papado, interesado en acabar con la herejía albigense que amenazaba con expandirse por la Provenza.

Finalmente, Pedro II tuvo que intervenir para proteger a sus vasallos del Midi francés dentro de la cruzada contra ellos que promovió la Santa Sede y con la que los capetos querían anexionarse esos territorios. En la batalla de Muret, en 1213, murió Pedro II El Católico. Con esa derrota a manos del ejército francés comandado por Simón de Montfort, se puso fin a los anhelos expansionistas de la Corona de Aragón en el sur de Francia, subiendo al trono de Aragón Jaime I El Conquistador.

El cadáver de Pedro II, que había sido excomulgado por el mismo Papa que lo había coronado por defender a los cátaros, fue recogido por los caballeros de la Orden del Hospital, y enterrado en la que iglesia que los Hospitalarios tenían en Toulouse. En 1217, una bula del Papa Honorio III permitió el traslado de los restos del monarca aragonés al Monasterio de Santa María de Sigena. ​