Las tortugas marinas, grandes migradoras que atraviesan el Estrecho de Gibraltar para alimentarse en nuestras costas entre primavera y otoño, han comenzado a colonizar el Mediterráneo occidental. Esta zona se está convirtiendo en un área cada vez más «recurrente» y «óptima» para sus puestas de huevos, un fenómeno impulsado por el cambio climático. Así lo explica el biólogo del CSIC, Xavi Salvador.

La variación de las temperaturas atrae a especies como la tortuga boba, la verde o la laúd, originarias del Atlántico o del Mediterráneo oriental, hasta las playas occidentales. Estas zonas, tradicionalmente áreas de paso y alimentación, se han convertido ahora en lugares adecuados para la puesta de huevos, los cuales nacen con uno u otro sexo en función de las condiciones ambientales, no de su genética.

Desde 2002 se han observado puestas ocasionales, pero con el tiempo recurrentes, lo que lleva a la comunidad científica a sospechar que se está produciendo una especie de colonización del Mediterráneo occidental por parte de las tortugas marinas debido al aumento de las temperaturas globales. Este cambio afecta a «su comportamiento y uso de la zona».

Estas tortugas de sangre fría, que predominantemente proceden de Florida (Estados Unidos) o del archipiélago africano de Cabo Verde, buscan nuevas playas para sobrevivir, adaptándose a las condiciones cambiantes, como lo han hecho a lo largo de la historia. Regiones como Andalucía, el Levante español, el norte de África e Italia están albergando repetidamente estas poblaciones de tortugas, tradicionalmente asentadas en el Caribe.

Existen indicios de que el 98 % de las crías de tortuga en el Caribe son hembras, lo cual supone un problema para la especie, que tiende a regresar a las playas donde nacieron, un comportamiento conocido como «filopatría». En las playas occidentales se han detectado «nuevas poblaciones mixtas» de tortugas nacidas con «padres» procedentes tanto de regiones orientales como del Atlántico, como lo confirman los análisis genéticos.

Actualmente, la tortuga boba (Caretta caretta) es la especie más característica y abundante en el Mediterráneo, representando el 90-95 % de los avistamientos. Las tortugas laúd (Dermochelys coriácea), que suelen estar en alta mar, representan el 7-8 % de la población, mientras que la tortuga verde (Chelonia mydas) es rara vez vista, señala el biólogo marino José Luis Mons.

Las tortugas marinas han estado en riesgo de desaparecer durante años en todo el mundo. De las siete especies existentes, seis están catalogadas como «vulnerables» o en «peligro crítico de extinción», debido al cambio climático, problemas de conservación y, sobre todo, al impacto de la acción humana en el mar por la contaminación y las embarcaciones.

Gracias a esfuerzos de conservación, la población de tortugas boba ha mejorado en el Mediterráneo en los últimos años, mostrándose menos vulnerable. Sin embargo, para lograr resultados a nivel global, Báez enfatiza la necesidad de ampliar las leyes de conservación de la naturaleza y alcanzar un «consenso» entre países para proteger su hábitat, tanto en tierra, con la protección de los nidos, como en el mar.