El término sostenibilidad abarca tantos campos como el impacto que tiene. Ningún sector puede escapar a tener un plan estratégico que establezca un camino y una serie de acciones que repercutan en la sostenibilidad de la actividad, de los procesos y de los productos.

La construcción es uno de los sectores que apuestan cada día por llevar la actividad hacia la máxima sostenibilidad para lograr el menor impacto ambiental. Todos los agentes implicados en cualquiera de las fases productivas están trabajando en hacer de la construcción una actividad más sostenible, a la vez que tratan de conseguir el mayor confort en los hogares de un público cada vez más exigente.

Para conocer al detalle algunas de las acciones que se están llevando a cabo desde Aragón para desarrollar una construcción más sostenible, HOY ARAGÓN sienta en la mesa de debate a Diego Marugán (Grupo Plaza 14), René Sanz (Itesal) y Juan Noguerón (Naur y Porta Mediterránea).

EL CAMINO HACIA LA CONSTRUCCIÓN SOSTENIBLE

El sector viene de una antigua tendencia lineal, en la que se fabricaban los materiales, se construía y después se derribaba el edificio sin hacer segregación ninguna de los deshechos. Pero la necesidad de reducir el impacto en los procesos ha llevado a la construcción hacia una la circularidad, en la que el reciclaje se incorpora en los procesos tanto de construcción de materiales como en la demolición.

Itesal es una compañía aragonesa que puede presumir de tener la declaración de producto con la huella de carbono más baja de España en su sector. El aluminio que utiliza la marca es «infinitamente reciclable en la misma cantidad y sin perder nunca sus características ni prestaciones», explica René Sanz, lo que lo hace uno de los materiales más sostenibles per sé, ya que proviene de una materia prima sostenible en origen (bauxita).

La declaración de producto es una de las mejores cartas de presentación de cara a las empresas como Grupo Plaza 14, que tratan de buscar los materiales que hagan su edificación más eficiente y sostenible. Diego Marugán comenta que, a la hora de redactar los proyectos, intentan recurrir a materiales «con una sostenibilidad demostrada con una documentación como la declaración de producto». 

Pero para el uso de estos materiales, a veces, se encuentran con la barrera económica: «cuanto más sostenible es el material y más reciclado y menos impacto tiene más se encarece el precio de la construcción», explica Juan Noguerón, arquitecto técnico de Naur.

Pero un tema en el que todos confluyen es que, por mucho que se trate de reducir la huella de carbono en todos los procesos, si el usuario final no hace un buen uso de la vivienda también estará generando una huella de carbono. Por lo que, además de implementar las últimas técnicas de construcción eficiente es necesario una educación del usuario para aprovechar al máximo las capacidades de las edificaciones.

LAS DUDAS QUE GENERA LA INDUSTRIALIZACIÓN

No solo la normativa se encarga de dirigir las estrategias del sector, sino que el usuario juega un papel muy importante en la toma de decisiones de hacia dónde van las tendencias, y más en un asunto tan especial como el hogar, que ha tomado mucho peso tras la pandemia de 2020.

Marugán asegura que el público en España es «muy exigente» y que la tendencia es que el usuario demande su casa «a la carta». Esto conlleva la industrialización de los procesos, cuando en España la construcción sigue siendo algo muy artesanal y manual. Ante esto, el Director de Ejecución de proyectos de Grupo Plaza 14 ve un reto la industrialización, ya que «de cara a los técnicos es bueno porque nos lo pondría a todos más fácil, pero de cara a la sostenibilidad no está demostrado si sería mejor o no».

Ante este reto, los tres participantes de la mesa coinciden en que una de las soluciones podría ser, más que industrializar, estandarizar los procesos, lo que «facilitaría los procesos, se reduce la huella de carbono, los tiempos de producción y los costes», puntualiza Noguerón.

El sector de la construcción se enfrenta a grandes retos que, según René Sanz, pasan por «ser capaces de trasladar al mercado estos procesos, sin que repercuta a un mayor coste del producto».