El barrio de Juslibol, en Zaragoza, es un enclave de cierta singularidad dentro del paisaje urbano y natural de cualquier barrio rural de una ciudad mediana como la capital aragonesa.

Situado en una posición estratégica, se asienta en las laderas del escarpe de yesos que marcan el norte de las fértiles huertas del Ebro, ofreciendo un contraste único entre lo rural y lo histórico, encapsulando la esencia de la convivencia entre el hombre y su entorno a lo largo de los siglos. Pero tiene una particularidad tan extraña que no hay nada parecido en otro lugar de España.

Este peculiar emplazamiento condiciona el desarrollo urbanístico de Juslibol, limitando su expansión debido a las zonas inundables cercanas al río Ebro y a la presencia de la zona semidesértica en la cima del escarpe, donde se encuentra el campo de maniobras de San Gregorio.

Sin embargo, lejos de ser una desventaja, esta limitación ha favorecido la preservación de un estilo de vida y un patrimonio cultural únicos. Más de 200 cuevas, cuidadosamente reformadas, son testimonio de un modo de vida adaptado al entorno, ofreciendo hogar a más de la mitad de la población de Juslibol. Sí, como suena: la mitad de un barrio vive en una cueva en el año 2024.

Además, el casco urbano no solo es cuenta con una llamativa arquitectura y una complicada adaptación al paisaje, sino que también es sede de las antenas de Juslibol, vitales para las telecomunicaciones de la ciudad de Zaragoza. Sin ellas, media ciudad se iría al traste a la hora de comunicarse. Junto a todo esto, que no es poco, entre estas estructuras modernas y el barrio, se extiende una vasta cantera de la que se extrae grava.

La huerta de Juslibol, irrigada con aguas del río Gállego a pesar de la cercanía del Ebro, es un bastión de la agricultura tradicional y sostenible, enriqueciendo la dieta local y manteniendo vivas las prácticas agrícolas heredadas de generaciones pasadas.

El rico legado histórico del área se ve reforzado por los restos arqueológicos de los primeros asentamientos en el valle del Ebro, localizados al oeste del barrio. El Castillo de Miranda, estratégicamente situado para controlar la antigua vega del Ebro, es un recordatorio de la importancia histórica de Juslibol en el control y la defensa de esta fértil zona de Zaragoza.

*Lee aquí el por qué El Zorongo quiere independizarse de Juslibol