Los zaragozanos no somos de presumir de los encantos ni de la potencialidad de nuestra ciudad. Ni de sacar pecho, cuando podemos y deberíamos hacerlo en muchos aspectos. Somos gente discreta… Quizás por el carácter que nos imprime el cierzo, o quizás por ese dicho tan extendido del «dale fuerte, que es de aquí».

Pero en el fondo, todos sabemos que en Zaragoza, con sus luces y sus sombras, hay una alta calidad de vida. Es una ciudad cómoda, manejable, y en la que se come bien. Quizás no coleccionemos muchas estrellas Michelin, ni tengamos la fama que a nivel tapeo tienen otras capitales como San Sebastián.

Pero nuestra ciudad no tiene nada que envidiar a los pintxos de esta ciudad vasca, gracias al trabajo de locales clásicos como Bodegas Almau, y de locales que ofrecen tapas y raciones creativas como El Melí del Tubo, Los Victorinos, o La Clandestina, con la mejor tapa de España de 2023. Y además, a un precio bastante más económico que muchas grandes capitales.

Al margen de las tapas, los bares y restaurantes que animan las calles de nuestra ciudad ofrecen una amplia y variada oferta.

Desde los restaurantes de más renombre, como Cancook, Gente Rara, Quema, Es.TABLE, Novodabo, el Chalet, Absinthium, Origen 1952… hasta joyas escondidas como Kanalla Gastrotaberna, Paraninfo Flor o Palomeque… o lugares únicos como Casa Lac.

Por no hablar de locales como Atípico, Gonzo, Garbo, Marengo, o La Bocca, pertenecientes a algunos de los grupos hosteleros locales que han contribuido a dinamizar el centro de la capital en momentos duros en los que las tiendas cerraban sin remedio en zonas como plaza de los Sitios y ayudaron a dar nueva vida a esas vías.

Zaragoza cuenta con locales de interés por toda la ciudad / Hermanos Teresa

Pero además, en la capital aragonesa es posible comer bien por toda la ciudad, a diferencia de otras capitales en las que la oferta se concentra en las zonas históricas. Un buen ejemplo lo tenemos en el barrio de San José, con lugares como Hermanos Teresa, Casa Próspero o El Bistrónomo, auténticos templos del buen comer.

Eso, por fortuna, sucede por toda la ciudad, en locales donde las tapas se arremolinan en las barras de bares y restaurantes. Y eso, es de agradecer, porque significa que hay una cultura gastronómica detrás.

Una cultura que se esfuerza por reinventar las recetas y los alimentos de siempre, ofreciendo una imagen renovada de la gastronomía aragonesa para alegría de zaragozanos y visitantes, en direcciones como La Flor de Lis o Tajo Bajo.

Incluso los bocadillos están más elaborados en nuestra ciudad que en ciudades como Madrid. Lugares como El Renacimiento, La Antilla, The Boss, el Nevada o la Mostaza son auténticos templos de la gastronomía entre panes.

Mención aparte merecen las cafeterías y lugares donde desayunar o merendar cosas ricas. Porque vaya placer levantarte un sábado por la mañana, salir a ver una exposición, o hacer unas compras, y desayunar a media mañana un café con una tarta en lugares como Doña Hipólita, el Café Botánico, el Nolasco, Mi Habitación Favorita, Acho Coffee o el Café 1885. Sin suda, un plan redondo para disfrutar de la gastronomía zaragozana de la mañana a la noche.